los ciudadanos aportan un conocimiento profundo de su entorno, lo que enriquece la planificación y asegura que las estrategias sean pertinentes. En iniciativas de infraestructura, la experiencia de los residentes sobre flujos de tráfico o necesidades de espacios públicos puede ser invaluable. Asimismo, la participación activa incrementa la sostenibilidad de los proyectos, ya que al involucrar a las comunidades, se genera un compromiso mayor con la implementación y el mantenimiento de las iniciativas, como ha sucedido en programas de conservación ambiental.
Por otro lado, hay que reconocer que la participación ciudadana también puede presentar desafíos. La desinformación y desigualdad en el acceso a la información pueden llevar a que ciertos grupos dominen el proceso, resultando en decisiones que no reflejan la diversidad de intereses. Además, este enfoque puede alargar los plazos de toma de decisiones y requerir recursos adicionales, lo que podría obstaculizar respuestas rápidas en situaciones de crisis. Finalmente, las expectativas de los ciudadanos sobre su influencia en el proceso pueden generar descontento si no se cumplen.
